Los días pasan y los niños continúan su encierro domiciliario, podemos verlos en ocasiones asomadas a balcones y ventanas intentando capturar algo de luz natural y sol.
Aún no sabemos el por qué, pero el virus casi no les afecta y los pocos casos de infecciones confirmadas en niños suelen ser muchos más leves que en adultos, pero esto no les hace inmunes a la pandemia, la sufren igual que cualquier adulto.
Que sean “casi” inmunes no quiere decir que no se pueden contagiar y sobre todo contagiar a los demás. Su forma de jugar, comunicarse, expresarse, requiere de contacto físico y acercamiento, mantener la distancia de seguridad que nos exigen a los adultos es misión imposible para ellos. Hasta aquí las razones de su confinamiento inapelable y la razón para que la apertura de colegios y guarderías sea más complicado que otros negocios o servicios.
Los niños son tan adaptables o más que los adultos, pero a poco que nos fijemos el encierro empieza a pasarles factura, irritabilidad, gritos a destiempo, apatía, miedo, pesadillas nocturnas… son síntomas que su salud mental ya no está equilibrada y eso sin tener en cuenta a niños que ya tengan patologías previas como autismo, hiperactividad, etc…
El ejercicio físico es clave durante la infancia para regular las emociones.
A esto podemos añadirle los casos donde los padres han perdido el trabajo, o trabajan desde casa y hacer a la vez de profesor y trabajador se antoja imposible.

En España, parece que van tomando consciencia del problema, sobre todo porque aquí mantenemos uno de los confinamientos más estrictos de toda Europa. El propio Quique Bassat, miembro del comité que asesora al gobierno en este tema, reconocía lo siguiente, “Es muy razonable que los niños salgan a la calle en las mismas condiciones que los adultos”, recordemos que en el momento de escribir estas líneas, los niños acumulan casi 6 semanas, y parece que no hay fecha definitiva de salida.
El ejemplo, lo podemos encontrar en países vecinos como Francia y Alemania, donde la salida de los niños ha sido permitida de forma ordenada y con las mismas medidas de seguridad que los adultos, pero mientras estos hechos se estudian, tenemos que respetar la ley y seguir el confinamiento estricto.
Soluciones
La única solución real es el final del encierro, pero mientras eso sucede sí que podemos hacer algunas cosas.
Deporte. Es un sobreesfuerzo para los padres y en ocasiones requiere de conocimientos que no tenemos, pero tenemos que intentar que su nivel de actividad se mantenga. Hace unas semanas publicamos un post con recursos visuales para hacer esto.
Paciencia. Paciencia y más paciencia. Si el confinamiento nos afecta a los adultos que tenemos la opción de salir aunque solo sea a comprar, imagina cuando no existe esa opción. Sin duda es más fácil decirlo que hacerlo, pero como padres nos vemos obligados a realizar este ejercicio de control e intentar comprender a los más pequeños.
Rutinas. Las rutinas proporcionan seguridad los niños, son más seguros de si mismos y se muestran más cooperativos y responsables.
Las rutinas no tienen que ser las mismas que las del colegio, pero podemos usarlas para motivarlos y que sus tareas y horarios estén estructurados.
Mientras toda esta situación se aclara, desde Campo Rico, queremos mandarles todo nuestro apoyo a los niños por su fortaleza y resistencia.
